El calafate es un arbusto endémico de la Patagonia chilena como de argentina. Es considerado un símbolo de lugares como Punta Arenas y Aysén.
Se caracteriza por su fruto comestible, que ha sido recolectado desde épocas prehistóricas, cuando se empleaba para usos medicinales y como una fuente nutricional.
Desde los ancestros
Nuestros ancestros para poder explicar su origen, recurrieron a varias leyendas que nos llegan hasta hoy en día. Según los mitos de los Tehuelches y Selknam, existió una doncella muy hermosa, perteneciente a la tribu de los Tehuelches, llamada Calafate, que tenía grandes ojos dorados con los que podía hipnotizar a quien la viera.
Un día, Calafate se encontró con un apuesto joven de la tribu Selknam y se enamoraron perdidamente, pero el amor entre ellos estaba prohibido, debido a que pertenecían a tribus rivales; por ello decidieron escaparse juntos.
El padre de Calafate recurrió al chamán por ayuda para acabar con ese amor, pero el chamán le aseguró que solamente podía separarlos.
De esa forma transformó a Calafate en un arbusto con flores doradas como sus ojos. El joven desesperado la buscó por toda la estepa, pero fue en vano y murió de amor.
Lo místico de las alturas
Los espíritus de la estepa se apiadaron de él y lo transformaron en un pájaro para que volara y recorriera las montañas. Cada primavera el arbusto Calafate se cubre de flores amarillas como los ojos de la doncella.
La leyenda dice que quien come esta fruta, queda hechizado y se enamora perdidamente de la Patagonia, tanto así que se verá obligado a volver.