Desde tiempos inmemoriales, el pastel de choclo ha sido una presencia constante en las mesas chilenas. Desde las bulliciosas calles de Santiago hasta los rincones más remotos de San Pedro de Atacama, este plato típico ha conquistado los corazones y los paladares de todos.
Pero, ¿de dónde viene exactamente esta delicia culinaria? Los orígenes del pastel de choclo son tan oscuros como intrigantes.
Aunque muchas fuentes apuntan a Perú como su lugar de nacimiento, con escritores ilustres como Isabel Allende describiéndolo como una empanada de carne cubierta con una masa de maíz dulce y picante, horneada en los patios de las casas peruanas.
Parece que, en un principio, Chile no era el protagonista de esta historia gastronómica.
Las historias entre montañas
Durante los siglos XIX y XX, se tejieron numerosas historias sobre los sabores de los Andes, con habitantes de la región recibiendo a viajeros de todo el mundo con sus mejores platos.
Entre estos manjares se encontraban las humitas, la carapulca y, por supuesto, el famoso pastel de choclo, con su mezcla única de carne, ají y especias envuelta en una masa de maíz. Sin embargo, en esos relatos, Chile rara vez tenía un papel protagónico.
Aunque entre los campesinos de los Andes chilenos el pastel de choclo era bien conocido, no hay una referencia escrita que demuestre que su origen es chileno.
Parece que, en el pasado, Perú se llevaba todo el crédito, con historiadores y escritores explorando su gastronomía sin mirar más allá.
La mesa sin fronteras
A pesar de estas incertidumbres, el intercambio cultural entre las regiones, especialmente a finales del siglo XIX, ha creado una rica diversidad culinaria que trasciende fronteras.
Hoy en día, los sabores de Sudamérica tienen cierta familiaridad entre sí, fusionando las tradiciones de diferentes países en una sola mesa.
En resumen, el pastel de choclo puede haber nacido en Perú, pero su amorosa adopción por parte de los chilenos lo ha convertido en un tesoro nacional.
Aunque los escritores famosos de antaño no le dieran el crédito que merecía a Chile, el pastel de choclo ha encontrado un hogar en los corazones y las mesas de toda América del Sur.