
Con el estallido de la revolución de 1848 en Alemania, tuvo lugar una emigración desde Alemania hacia Chile, y la mayoría eran artesanos y carpinteros, que se desplazaron hacia el sur creando pueblos, escuelas e industrias. Entre los pueblos cabe destacar la Villa de Frutillar.
Las mujeres eran las encargadas de hacer conocer sus cocinas con un muy grande número de recetas, que traían de su país. Lograron difundirlas por toda la región, de esa forma hoy en día la gastronomía alemana se convirtió en una atracción, una mezcla de sabores chilenos y comida alemana, que se puede disfrutar para culminar con unos deliciosos dulces: kuchen y strudel.
El Kuchen es un pastel que se cubre con una confitura de frutas como: frambuesas, frutillas, grosellas o cerezas, cultivadas en huertos detrás de las casas, y se cubre con una crema. Cada domingo, de todas las casas sale un aroma de canela, y de frutas horneadas, ya se sabe que varios Kuches están horneándose. Pero existen muchas recetas para elaborar este manjar.
Según cuentan, las abuelas alemanas eran muy celosas con sus recetas para la elaboración del Kuchen, y como un tesoro las transmitían a sus hijas y nietas. Por lo tanto, cada familia tenía su propia manera de preparar este pastel, y todos los años en las fiestas se abría una competencia para elegir el mejor.
Actualmente, en la mayor parte de cafés se puede disfrutar un café con una rica porción de Kuchen con frambuesa, manzanas y otras frutas de su preferencia.