
Si los vientos vienen del mar o de las montañas, si las parras plantadas en laderas tienen mayor o menor exposición al sol, si llueve más o menos, son variables que permiten producir vinos muy especiales, que recogen las características únicas del lugar, condiciones que han dado paso al reconocimiento de Chile como uno de los principales exportadores de vino del “nuevo mundo”.
Cepas como Cabernet Sauvignon, Carmenere, Syrah, Pinot Noir, Sauvignon Blanc o Chardonnay son los estandartes de los viñedos chilenos. Sus sabores se diferencian sutilmente dependiendo de la latitud en que han sido cultivados. Podrás experimentar aromas, sabores y cuerpo de exquisitos vinos, orientado por expertos guías y/o sommeliers, anfitriones en las visitas a las bodegas y viñedos. Podrás apreciar la grandeza de las plantaciones desde los miradores, degustar las cepas en centenarias cavas subterráneas y recorrer las antiguas casas patronales.
Los valles de Aconcagua, Casablanca, San Antonio-Leyda, Maipo, Cachapoal, Curicó y Maule acompañan al de Colchagua en esta cruzada de degustaciones y placeres. Y el vino no es el único motivo, pero sí una buena razón para conocer los hoteles, rutas de cabalgatas, recorridos en bicicleta, museos y otros atractivos que hacen de viajar por estos valles toda una experiencia. Con una copa en la mano, claro.
Tomado de: http://chile.travel/que-hacer/vinos-y-comida/rutas-del-vino/